Una de las acepciones de la palabra accidentes, según el diccionario de la Real Academia Española es: “Suceso eventual que altera el orden regular de las cosas”. Lamentablemente, en nuestro país, y principalmente en nuestra ciudad de Concordia, ese orden regular se altera cada día con más frecuencia y más crueldad. ¿Habrá algo que podamos hacer cada uno de nosotros para restablecerlo?.
Las cifras de los accidentes de tránsito son alarmantes, las imágenes crueles y devastadora. No hay un día en nuestro país y en Concordia que no ocurra alguno. Parecería que quisiéramos entrar en el libro “Guinness de los records mundiales”, y lo más triste es que creo que no falta mucho para lograrlo.
Me pregunto si alguno de nosotros se pone a pensar qué es lo que está pasando. Accidentes hubo siempre por azar, descuidos, pero lo que está ocurriendo ahora es tristemente insólito. Las cifras de personas muertas o heridas en accidentes se elevan a niveles casi insoportables.
Analicemos algunas causas:
- Velocidad: En efecto, la velocidad es una de las causas principales de muertes por accidentes de tránsito. Muchos argentinos consideran que no van rápido a 110 Km/h, cuando a más de 90 Km/h un vehículo es cada vez menos gobernable, aumentando así el peligro de muerte de sus ocupantes”.
- El alcohol: Los impedidos para manejar no sólo son los “borrachos”; un solo vaso de vino, cerveza o whisky, limita la capacidad de conducción, ya que produce una alteración de los reflejos para conducir”.
- No usar el cinturón de seguridad: “El mejor seguro de vida dentro del vehículo es el cinturón de seguridad, que impide ser lanzados contra el parabrisas, o fuera del vehículo hacía una muerte segura, en caso de accidente. Con lo que su uso generalizado, disminuiría un 60% aproximadamente la muerte de los ocupantes de los vehículos accidentados”.
- No ubicar a los niños en el asiento de atrás: “Muchos chicos mueren en accidentes de tránsito, en brazos de quienes más los quieren. Por eso, la mejor manera de demostrarles amor es no llevarlos en los asientos delanteros, ni en los brazos del acompañante, y mucho menos en los del conductor. Los niños siempre deben ir en los asientos traseros, ajustados con el cinturón de seguridad y en sus sillas especiales si son pequeños”.
- No usar casco los ocupantes de motocicletas: “El paragolpes de estos vehículos de 2 ruedas, es nuestra propia cabeza. No llevarlo puesto implica un gran porcentaje de riesgo de vida”.
Si pensamos sólo un poco, no es difícil darse cuenta de que para poder solucionar estas causas de accidentes mencionadas, las previsiones, muchísimas veces están en nuestras manos y no en otro lugar.
Hay cosas que no dependen de nosotros, como todo lo que se refiere a la construcción de más rutas y mejoramiento de las que ya existen, poner en marcha una política seria de sanciones para quienes no cumplan las reglas de tránsito, etc. Como siempre decimos, hay cosas que sólo estando en el gobierno o en un lugar de poder son posibles de hacer.
Pero lo verdaderamente importante está a nuestro alcance, el verdadero cambio está dentro de nosotros mismos, el tomar conciencia está en nuestro interior, no le echemos la culpa a nadie si no lo hacemos.
¿Quién de nosotros se pone a pensar cuando sube al auto que podría no ver más a sus hijos? ¿Cuántos al pisar el acelerador se acuerdan de los que quedan en casa? ¿Cuántos de los que beben alcohol imaginan el daño que pueden causar a los que aman y los aman? Esto, sin pensar en cuidar la vida propia y la ajena, ese milagro maravilloso que Dios nos regaló y que evidentemente está muy devaluado por cada uno de los que no toman las precauciones necesarias.
No hace falta portar un arma para convertirse en un ser peligroso, basta con los ejemplos que se dieron y otros tantos que no han sido mencionados. Ninguno de nosotros decidió cuándo venir a este mundo, pero parece que muchos deciden el destino propio y peor aún, el de los demás, dejando familias devastadas por la desgracia, niños huérfanos, padres que muy difícilmente encuentren consuelo. Tomemos conciencia de lo que estamos haciendo y sobre todo, de lo que no debemos hacer.
“Por el amor de Dios” es una frase que utilizamos para distintas cosas, hasta para cosas triviales. Analizando esta situación, “por el amor de Dios” pongamos un freno a esta realidad cruel, sin duda. A todas luces, es posible de cambio.
3 feb 2009
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